Por Marcelo
Padilla
Foto: Alejandra Bartoliche
Estuve
toda la semana pensando, mejor… sintiendo, en trance, cómo entonamos los
peronistas, los luchadores sociales, los compañeros camaradas. Hay algo allí,
un misterio propio de las liturgias o rituales chamánicos. Revelado o no, no
importa, es lo que se siente en el cuerpo averiado, y, cuantos más cascotazos….
más se vibra. La letra V, esa letra. Los dedos en V, ese símbolo comunitario.
Saludarse en la calle con los dos dedos en V, me pasa seguido. Cada vez más. Es
como un código de Los Caballeros Templarios. Como una contraseña. La V de la victoria,
volver, volveremos. Vamos a volver. Resuena en la casa y me traigo los jirones
de la calle helada cubierto. Me siento cubierto por esos dos dedos en V de
compañeros y compañeras. Eso, solo nosotros los sabemos, nos protege. Somos una
comunidad casi ancestral. La V no la pueden borrar del alfabeto. La k menos, la
V y la P, tampoco. Aunque persigan, nos denuncien, somos los que sentimos. No
es lo mismo cantar la internacional socialista que es hermosa por cierto, ni la
anarquista de antaño. Los radicales se quedaron sin música y la vida y la
política sin música sin canto sin símbolo es letargo y zombización. Un cumpa de
una esquina a otra te hace la V y no lo conoces pero te hace la V con los dedos
y el alma se moviliza en este invierno anticipado y cruel. Vamos a volver, qué
lindo suena, porque además es alegre, es vida que empuja a vida a más vida, averiados
estamos pero en V. Vivos volveremos, quizá alguno de nosotros no lo veamos por
esas cosas de la muerte pero ya sentirlo, contra viento y marea, es vivir la
vuelta. La vuelta se empieza así. Con esa mística indestructible que tenemos
como dorado simbólico. En un bar cantamos seguido la marcha y por la vuelta. Lo
más hermoso a veces no es tener el poder en sí mismo, porque el poder real es
fuerte y batallamos cuando gobernamos, pero no nos alcanza para ir por más, nos
quedamos ahí sin sacarle la tierra a los dueños de toda la tierra, nos quedamos
ahí sin expropiarles a los que vivieron del Estado que vinieron a desguazarlo.
Nosotros tenemos chorros, delincuentes, pero no somos eso. Pasa que somos
millones y un país en sí mismo. Les cortamos los dedos a los chorros. Y la V la
hacemos los que la sentimos realmente sin un mango. Porque el movimiento
nacional y popular es más que peronismo y necesariamente cómplice del
peronismo. Por más que bajen cuadros y esas provocaciones, el retrato de Eva,
Perón, el che, Chávez, Néstor, están en las casas, o en las canciones. Porque
tenemos un cancionero rebelde que siempre anida en la vuelta. Por haber sido
proscriptos 17 años, por las prohibiciones y los muertos que honramos.
Compañeros. La música más maravillosa siempre será la que canta el pueblo y su
militancia. No sécuándo, pero si se canta es que vamos volver. Aunque
desaparezcan algunos compañeros en las trapacerías de la muerte. Siempre se
vuelve al primer amor. Y nosotros somos amor. Volver para amar al pueblo y
restituir los derechos arrebatados. Hace frío, nos cagamos de frío pero
nosotros tenemos algo que ellos no tienen, la misma canción que suena y suena…y
suena y suena…y suena y suena. V. Los dos dedos en V saludando a la manada que
se celebra y se cura a sí misma en las buenas, pero muchísimo más en las malas. ¡Canten cumpas!
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