Quiero agradecerles la invitación que me hicieran llegar para estar presente este jueves 25 de agosto en el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 1, donde tendrá lugar un hecho histórico y doloroso: la lectura de la sentencia en la mega-causa contra el Terrorismo de Estado en Córdoba, perpetrado en La Perla y otros centros clandestinos de detención. Histórico, porque si bien nuestro país no tiene registro, durante el siglo XX, de un genocidio de la magnitud del que se sufrió durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, no podemos olvidarnos de las atrocidades, matanzas y otros exterminios acaecidos durante el siglo XIX sobre los pueblos originarios, criollos o simplemente adversarios políticos.
Por ello es histórico. Porque nunca habían sido juzgados por la Constitución y sus jueces quienes habían ejecutado, en el más literal sentido de la palabra, tales aberrantes hechos.
Y también doloroso, porque es Justicia, pero nos remite, inexorablemente, a vidas irrecuperables. Irrecuperables en primer lugar para los que la perdieron. Pero además, irrecuperables para los que no podrán siquiera guardar el recuerdo de como hubieran sido de haber estado todavía aquí.
Debo confesarles que me emocionó mucho, que en un momento así, se acordaran de mí para invitarme a compartirlo. Y debo decir también que sentí un fuerte deseo de estar allí junto a ustedes. Pero debo admitir, como militante, que la emoción y el deseo no le deben quitar espacio a la hoy imperiosa necesidad de que ningún acto personal, por más auténtico y sincero que sea, pueda ser utilizado por quienes siguen intentando agraviar la política de Memoria, Verdad y Justicia, pretendiendo reducirla a actos de venganza o revanchismo.
Soplan vientos distintos desde el Estado Nacional en materia de D.D.H.H.
Desmantelamiento de organismos estatales, ralentización de los juicios, disminución de recursos, decision de no apelar solicitudes de prisión domiciliaria, confusas declaraciones desde las más altas investiduras que revelan el verdadero pensamiento cuando no se tiene a mano el libreto que otros escriben, o no se cuenta con la “ayuda” de un “periodista amigo”, son solo algunos de los signos de estos tiempos.
Mí presencia en ese histórico día sería –no tengan dudas- desnaturalizada, y hasta utilizada por los medios hegemónicos (cómplices, partícipes y beneficiarios del golpe civico militar de 1976) para ocultar lo realmente importante: el juicio al terrorismo de Estado en uno de sus puntos nodales, Córdoba y La Perla.
Por eso, más allá del inmenso honor que siento ante la invitación, más allá de mi emoción y mis deseos, está la obligación que el 25 de Agosto del 2016 ingrese en la historia de nuestra Patria acompañado por la memoria de los que no están y la presencia de quienes tanto los quisieron.
Con todo mi corazón y junto a ustedes.
Cristina Fernández de Kirchner.
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