domingo, 5 de junio de 2016

El Gallego Álvarez


Por Darío Pereyra

Muchos aún no conocen a Perón, esperar que todos conozcan a Alejandro "Gallego" Álvarez con el paso del tiempo y la dinámica del tiempo acelerado signado por la tecnología y la contracultura es demasiada pretensión, es la maldita rapidación que acuñó como término el Papa Francisco.

Alejandro Álvarez tuvo el privilegio de ser uno de los pocos cuadros políticos jóvenes en los tiempos de la proscripción que estuvo más horas con el General Perón , desde 1967. Con un mandato serio en la operación de su vuelta a la Argentina, de ser la retaguardia para preparar a los auxiliares de la conducción y al Pueblo para su vuelta. Como jóvenes de ideales llegaron a Perón para dar la vida por él y preferían el combate real, sin embargo el General les explicó largamente eso de su elección por el tiempo y no por la sangre. De ahí en más Alejandro fue uno de los mejores, sino el mejor en esa tarea, la formación de Cuadros para la Conducción.

Un día tuve la enorme gracia que me llevará en su automóvil, desde Ituzaingó pvcia de Bs As al aeropuerto Jorge Newbery y es un trecho importante, no podía dejar de preguntarle de su historia con Perón. Hablamos de la biblioteca de Perón y me decía que lo había intentado pero que no había alcanzado a leer lo que leyó Perón. Me contó también que la búsqueda constante de formación era un deber inculcado por el mismo Perón y que el centro, el numen y pasión de Perón, cosa que compartió con él era el paradigma de la conducción. Tengo algunos tesoros así que cada vez que puedo comparto.

Y a modo de anécdota les dejo algo que contó mil veces y siempre con mucho gozo, el día que conoció a Perón y su reencuentro:

En una soleada tarde del año 1953, un grupo de amigos estaba andando en bicicleta y de golpe llego él.

Estuvo charlando con ellos un rato en el puerto que tenía la UES detrás de la ESMA. Les preguntó si querían algo y el más audaz de ellos, un pibe de 16 años, le pidió que fuera a la inauguración del gimnasio del colegio Nicolás Avellaneda.

En el colegio nadie esperaba que él llegara así, de repente, a la inauguración, solo el pibe que lo había invitado.

Silvio Soldán (el del programa Feliz Domingo y la voz de la publicidad de Telekino), alumno-celador, era quien animaba los actos escolares y ese día, extraño en él, se quedó mudo al verlo llegar. Los alumnos comenzaron a vivarlo.

Él, que como siempre cumplió, era el General Juan Domingo Perón, Presidente de todos los Argentinos.

El pibe que lo invitó era Alejandro Francisco Álvarez, quien juró y cumplió, desde ese día y por el resto de su vida, ser un soldado de ese General.

"El reencuentro"

14 años después en Madrid, el General le dá a aquel pibe la misión de dejar la vanguardia, para organizar la retaguardia del movimiento, -los hogares de nuestro pueblo, las auténticas unidades básicas del retorno- llevando como única arma un grabador donde se oía la voz del General amado y esperado por su pueblo.

En los siguientes 49 años, a casi 63 años de ese encuentro con el General y el Destino, aquel pibe, eterno militante y maestro de generaciones, formó y siguió formando un ejército de varios miles de cuadros en todo el país y en Mendoza, para seguir sirviendo al único heredero y ejecutor de la más maravillosa música, amando a Dios, al Pueblo y a la Patria.

"Nos volveremos a ver"

Hoy ha partido para el Cielo a encontrarse con su General y desde allí seguir conduciendo su Academia de formación de Cuadros del Movimiento Nacional.

Gracias y hasta siempre Gallego.

Darío Pereyra

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