Por Alejandra Dandan (Publicada en Página 12)
La Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de Nación presentó una “nueva edición” del Nunca Más durante la última Feria del Libro en el marco del 40° aniversario del golpe de Estado de 1976. Esta “nueva edición” no se difundió en los comunicados de prensa.
Fue presentada como la reimpresión de la “edición original” de 1985 en una mesa convocada bajo el nombre “Del Nunca Más a los nuevos derechos”. Contiene el prólogo original de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), pero se eliminó sigilosamente, como aquello que el gobierno viene intentando hacer en secreto, el texto elaborado por la Secretaría de Derechos Humanos de Nación en 2006 para el 30° aniversario del golpe. Durante la presentación, Claudio Avruj explicó que esta “edición” presenta al Informe “tal cual fue” “sin aditamento ideológico”. Agregó que “era una deuda que teníamos desde la política, desde el Estado” e invitó a “pensarnos” en estos 33 años de la democracia para ver “qué aprendimos”. El prólogo de 2006, buscó una filiación del kirchnerismo a la tradición alfonsinista de refundación de la democracia, pero es recordado sobre todo porque buscó corregir la doctrina de los dos demonios que recorría el prólogo original para re-encuadrar la teoría del terrorismo de Estado. Así, la nueva edición puede verse en clave de las disputas aún vigentes sobre las lecturas del pasado pero aquí parece avanzar sobre otra cosas. Una habilitación de este Estado macrista hacia la memoria de las dos violencias que, a veces con más disimulo y otras con menos, queda reflejado en los relatos de los funcionarios de primeras línea, en un contexto en el que a la vez busca su propia filiación con el alfonsinismo en aquello de la refundación de la democracia a tono con la posición corrosiva de la nueva derecha que segrega a los movimientos populares de la última década.
Avruj estuvo acompañado en la mesa por Graciela Fernández Meijide, de alguna manera representante de esos tiempos a dos bandas. Integró la Conadep de 1984, aparece aún como tributaria de las lecturas de la violencias contrapuestas de la transición democrática y –como ella mismo comunicó en la presentación– ahora integra el espacio Cambiemos. También estuvieron Norma Morandini y Alejandro Rozitchner, quien sin ponerse colorado habló de “la violencia y falta de respeto de los derechos humanos de los grupos insurgentes”. Dijo: “No digo que tengan razón con el ‘algo habrán hecho’” pero “falta una dilucidación profunda de las atrocidades de la década del 70”.
¿Por qué la nueva gestión excluyó el prólogo de 2006? ¿Por qué no hizo, en todo caso, un nuevo prólogo? ¿Cuál es la intención de una edición que amputa no sólo un texto, sino el recorrido de los primeros 20 años de democracia? La mesa se presentó el domingo 8 de mayo. Entre el público, hubo señoras paquetas y funcionarios. Hablaron de los “familiares” de la primera fila, pero había dos y no eran de los organismos de derechos humanos. El libro estaba en la sala. La Secretaría fue obsequiando la reimpresión a celebridades que pasaron durante el mes de mayo por el stand de la Feria.
De acuerdo a la información de la editorial Eudeba, esta edición terminó de imprimirse en abril. Se imprimieron 3.500 ejemplares de la edición número 10, contando la primera de 1984. Hasta ahora, todas las reediciones que se hicieron desde 2006 incluyeron el prólogo de los 30 años. Ese era hasta aquí el texto oficial del Nunca Más, más allá de las polémicas que generó. En términos más generales, puede añadirse que la nueva edición abandona el tono más colorado de la edición de 2006 y vuelve al borravino de la primera tirada. Pero el único elemento que distingue a este nuevo libro, pese a todos los esfuerzos, del original es una faja de papel adosada a la portada: “Edición Original –dice–. Conmemorativa a 40 años del golpe de estado de 1976”.
Página/12 consultó a un vocero de Avruj sobre al asunto. Desde allí explicaron: 1. Que la presentación fue una no-presentación dado que “sólo” se hizo un evento en el marco de la Feria del Libro en un espacio asignado a ministerios y organismos del Estado. Y 2. Que “no sacaron” el prólogo de 2006, que la idea no fue “agregar” ni “sacar nada”, que el “problema” en realidad “lo tienen quienes en algún momento decidieron agregar” algo que no estaba.
Avruj fue el “moderador”. Repitió tips del mundo PRO: “Lo hicimos ‘junto’ con Eudeba”, dijo pese a que la editorial sólo edita no opina sobre los contenidos. “Los derechos humanos son de la ‘gente’”, agregó. Y dijo aquello de quitarle la ideología: “A 40 años del Golpe –afirmó–, presentamos esta reedición del Nunca Más tal cual fue, sin aditamento ideológico”. Fernández Meijide se presentó como parte de ese espacio y trazó una línea de continuidad entre las agendas pendientes de derechos humanos. “Después de todo lo que nos pasó, el Nunca Más es un informe de un pedazo, de lo que se pudo reconstruir en 9 meses. Expresa Nunca Más al terrorismo de Estado, a la violencia institucional masiva y organizada para la persecución política. Nunca más a la violación de derechos fundamentales. Cuando nosotros peleábamos por esto, había hambre en este país, pero no había espacio para pedir por otros derechos”. Y volvió a intervenir, en este caso para frenar a Rozitchner que arrancó con un supuesto reconocimiento del Estado terrorista, pero reclamó juicios a las organizaciones armadas mientras habló de “curros” y del Che Guevara. “Tengo una cierta molestia con el tema de los derechos humanos. Que me viene de esta especie de ‘impostura del bien’ al que quedó reducido el tema en los últimos años”, dijo. “Ha habido un falseamiento de los sucesos de los ‘70”. Son “chorros con la máscara del Che Guevara”. Y agregó: “El terrorismo de Estado es espantoso y censurable. Pero también la violencia y falta de respeto de los derechos humanos de los grupos insurgentes. No digo que tengan razón con el ‘algo habrán hecho’. Me refiero a los planteos de (Héctor) Leis y de Graciela de los últimos años. Falta una dilucidación profunda de las atrocidades de la década del 70”.
Luis Alén fue subsecretario de Derechos Humanos de Nación entre 2003 y 2015, y parte del equipo que trabajó sobre el prólogo de los 30 años. El texto fue escrito por Eduardo Luis Duhalde, entonces a cargo de la Secretaría, y Rodolfo Mattarollo, entonces subsecretario de Promoción y Protección de Derechos Humanos. “Nosotros no cambiamos nada del texto original”, dice Alén a este diario. “Hicimos el escrito en un contexto en el que se renegociaba el contrato con la editorial. Y no cambiamos nada, sino que agregamos un prólogo que decía que no estábamos de acuerdo con la doctrina de los demonios porque no se podía igualar nada a un terrorismo que opera al margen de toda ley para desatar el infierno y eso no se puede justificar señalando un juego de violencias cruzadas que es lo que hacía el prólogo del Nunca Más”. Alén recuerda que la Conadep nunca pretendió concluir un informe definitivo después de los nueve meses de trabajo. “Luego de la presentación del primer Informe se siguió trabajando y el nuevo prólogo de 2006 también fue producto de ese trabajo que continuó. Fue poner la mirada del gobierno de ese momento, a los treinta años del golpe que además incluyó la actualización de los anexos”.
Dos prólogos en pugna
El Informe Nunca Más es una suerte de texto icónico sobre las primeras lecturas de la dictadura. Producto de nueves meses de trabajo de una comisión de notables convocada por el gobierno de Raúl Alfonsín, entregó sus conclusiones el 20 de septiembre de 1984 en un informe entre cuyos hitos se encuentra haber demostrado por primera vez el carácter sistemático y masivo de la represión militar. Las pruebas incluyeron la verificación de 340 centros clandestinos de detención, acumularon más de 7.000 archivos en 50 mil páginas, una lista parcial de 8.960 personas desaparecidas y fueron la base del Juicio a las Juntas de 1985, pero además son hoy base de los juicios que se realizan en todo el país. Ahora bien, desde el comienzo el prólogo fue sujeto de polémicas.
El texto original presenta al terrorismo de Estado como efecto “infinitamente peor”, pero como dice Alén, justificatorio de un juego de violencias cruzadas. “Durante la década del ‘70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda”, dice el comienzo. Y luego: “A los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos”.
Mucho se escribió sobre esto. Pero quienes trabajaron en 2006, agrega Alén, no sólo estaban mirando ese texto sino lo que esa perspectiva ponía en juego. Estaban los dos decretos 157 y 158 de Raúl Alfonsín, que ordenaban enjuiciar a los jefes de las Juntas y de las organizaciones guerrilleras. Estaba la primera transmisión televisada del Informe en el que el entonces ministro del Interior Antonio Tróccoli advirtió que Argentina había sido azotada por dos demonios. En el medio, estaba todo. La transición, las presiones de las Fuerzas Armadas. Y la emergencia, como dicen quienes trabajaron este texto, de la sociedad, y de la democracia, en el lugar de la tercera posición entre esos dos bandos.
Para el 2006, habían pasado 21 años. El nuevo texto además de hacer eje en aquella cuenta pendiente, situó entre los efectos de la dictadura la construcción de un nuevo modelo económico basado en la especulación y la exclusión. “Es preciso dejar claramente establecido –porque lo requiere la construcción del futuro sobre bases firmes– que es inaceptable pretender justificar el terrorismo de Estado como una suerte de juego de violencias contrapuestas, como si fuera posible buscar una simetría justificatoria en la acción de particulares frente al apartamiento de los fines propios de la Nación y del Estado que son irrenunciables.”
El agregado generó enojos entre viejos integrantes de la Conadep. Magdalena Ruiz Guiñazú lo criticó al creer que habían sacado la firma de Ernesto Sabato del prólogo original. Pero el dato no era correcto: la editorial aclaró en un comunicado que, en realidad, la firma de Sabato nunca había estado en el prólogo original. En su informe anual 2007, el CELS también recordó que “algunos integrantes del partido radical plantearon que este prólogo intentaba negar la política de derechos humanos del primer gobierno democrático”. Y que algunos miembros de la Conadep, “opinaron que se menospreciaba el trabajo realizado en los primeros años de transición y que el Nunca Más no avaló la teoría de los dos demonios”.
Pero los organismos de derechos humanos dieron su apoyo al prólogo a través de una solicitada. Abuelas de Plaza de Mayo, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora fijaron su postura. “Los organismos de derechos humanos nunca estuvimos de acuerdo con el prólogo original del Nunca Más”, aunque destacaron “la contundencia con que los hechos descritos en sus páginas daban cuenta de los horrores cometidos por el terrorismo de Estado”. En ese contexto, expresaron su adhesión a la caracterización del terrorismo de Estado y el rechazo a la teoría de los demonios. Hebe de Bonafini también dio su apoyo. Luego de destacar que el trabajo del Nunca Más estuvo “claramente dirigidos a los delitos cometidos por el Estado terrorista y, en ese sentido, desde la concepción de las graves violaciones a los derechos humanos las víctimas estuvieron fuera de toda discusión política e ideológica”, el Informe del CELS de 2007 agregó: “Dicho esto cabe reconocer que el prólogo del Nunca Más prefigura lo que se construyó en algunos hechos anteriores y en muchos posteriores como la teoría de los dos demonios: dos grupos violentos, de derecha y de izquierda, y una sociedad tercera, ajena e intachable ante el terror”. En ese contexto, señalaron que cualquier reedición de un texto puede llevar un prólogo, criticaron en todo caso el tipo de comunicación pero entendieron como atribución legítima del nuevo gobierno “decir algo nuevo, sobre todo, en el contexto de los 30 años”.
Lo que sucede ahora, en todo caso, no es sólo el problema del texto sino el contexto: como aquello que en 1984 había quedado dando vueltas por afuera del texto. “Si fuera un hecho aislado –dice ahora Horacio Pietragalla–, uno podría pensar hasta que vuelven a las fuentes históricas. Pero uno no puede separarlo de la gestión del gobierno. Reciben a los familiares de los militares y son capaces de equivocarse porque unos piden una reunión y se la dan a otros, pensando que son lo mismo. Y cuando dicen que no quieren contenidos políticos también están negando el contenido de este Informe: nuestros padres y sus compañeros eran militantes políticos”. Por eso, dice, la idea de tocar los símbolos de la “política” como lo es el Nunca Más no parece ingenuo: “Primero porque ellos entienden la política como lo sucio, vienen a ‘gestionar’ un país por afuera de la política, pero el problema aparece cuando entendés que las víctimas de la dictadura, por ejemplo, fueron perseguidos políticos, los secuestraron por hacer política y por militar políticamente. Para ellos un pueblo que piensa políticamente es un problema, porque ese pueblo entiende cuáles son sus intereses y la mirada ideológica, así, es una palabra enemiga”.
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